
María Aguirre
Por afición y amor a los animales tengo el título de técnico de auxiliar de veterinaria, además de varios cursos de homeopatía aplicada en animales y terapias naturales. He estudiado y reunido muchísima documentación sobre medicina alternativa, que posteriormente he podido aplicar a mis propios animales, a los de familiares y amigos.
Todo ello, como fruto de la profunda indignación e impotencia que he sentido por el abuso y engaño al que estamos sometidos las personas que amamos a nuestros animales, por parte de los veterinarios.
Los veterinarios conocen o deberían conocer el profundo amor que los propietarios sentimos por nuestros animales, que aunque no sea políticamente correcto decirlo, queremos más que a la mayoría de personas de nuestro entorno. Por no mencionar la ética profesional y humana que, como practicantes de medicina, deberían respetar.
Los animales son mágicos, alegran nuestras casas, nuestras vidas y nuestros corazones y cuando se van, se llevan un trozo de nuestro corazón con ellos. Tenemos solo cosas buenas que aprender de ellos, mientras que ellos solo experiencias no tan buenas que vivir con nosotros. En realidad muchas veces pareciera que ellos son los humanos, y nosotros las bestias.
Antes de empezar con mi testimonio, decir que he tenido en mi vida más de 20 perros a los que he cuidado personalmente, que han pasado por mi vida 60 o 70 gatos y toda clase de animalitos imaginables. Dicen que la experiencia es, de por sí, un grado.
Este testimonio que he decidido compartir sobre mi experiencia con los veterinarios, abarca solamente las anécdotas vividas en los últimos meses. El resto seria largo de contar e increíble, por lo que solamente aportaré los testimonios en los que he podido reunir documentación, fotos y vídeos.
Any, una perrita Teckel de 8 kg de peso y 6 años de edad, tiene (o por lo menos tuvo) Leishmaniasis, una enfermedad considerada por la ortodoxia médica como potencialmente mortal o, como mínimo, de tratamiento costoso y de por vida. Y digo que tuvo, porque tras tratarla con MMS y después de 3 años, sigue viva y sana.
Pero veamos lo que la medicina oficial nos cuentan sobre la Leishmaniasis:
La Leishmaniasis o Leishmaniosis conlleva terapias que deben ser suministradas al perro durante toda su vida, las cuales llevan a una mejora transitoria de la salud del animal pero que no logran erradicar el parásito. Las recaídas son frecuentes y difíciles de tratar, ya que es una enfermedad que se puede tratar pero no curar, lo que lleva al sacrificio del animal. Los síntomas más agudos y graves se inician con fiebre elevada y discontinua, anorexia y abatimiento general. Suele ir acompañado de lesiones cutáneas, pérdida de peso con hiperestesia, paresia y parálisis de las patas traseras, seguido de la muerte en pocos días
Como podemos ver, ya todo esto nos suena demasiado al negocio que tristemente se ha hecho de la enfermedad (incluso para humanos).
Características como:
- fatalidad
- cronicidad
- incurabilidad
- costoso e ineludible tratamiento farmacéutico… siempre de por vida
Pero la descripción oficial se queda muy corta, pues podemos asegurar que los costosos tratamientos «de por vida» son letales, ya que generan gravísimos efectos secundarios sobre la salud del animal, afectando principalmente al riñón. En cuanto a la mejora transitoria con las terapias clínicas ortodoxas, hay que puntualizar que solo se observa en algunas ocasiones y de ninguna manera como norma general. También debemos acotar que el primer síntoma clínico más habitual es la pérdida de pelo, sobre todo alrededor de los ojos, orejas y la nariz. Según la enfermedad va avanzando, el perro pierde peso aunque no pierde el apetito y son habituales las heridas en la piel, especialmente en cabeza y patas. Cuando el cuadro se vuelve crónico, este se complica observándose en muchos casos, los primeros síntomas relacionados con la insuficiencia renal.
Pero… ahora veamos como funciona la perfecta maquinaria de negocio preparada por el sistema médico, para los desesperados propietarios de una pobre mascota con Leishmaniasis:
Lo primero que tuve que hacer es pagarles el Test rápido de Leishmaniosis (25 a 30€), mas una Analítica Serológica (90€) ademas de la consulta. A continuación, la recomendación del veterinario de mi perra Any, fue tratarla con Glucantime (30€ por cinco ampollas) mas nuevamente los honorarios del veterinario y, en la siguiente ocasión, tratarla con Alopurinol (3,50€ la tableta por cuarenta pastillas) y claro, pagar de nuevo la consulta.
Pero la dosis recetada de Glucantime era la misma necesaria para un mastín de 80 kg, por lo que ya entonces tuve una pequeña discusión con él colegiado.
A principios de Junio del 2016, Any comenzó con fuertes dolores en las patas traseras, yendo cada día a peor, hasta quedarse totalmente paralítica. Volví a consultar con el veterinario y ¿cual fue el nuevo diagnostico? Hernia Discal. Además me afirmó que los perros de esta raza son muy propensos a ello (¿!!?) Yo he tenido 8 Teckels, conozco a muchas personas que tienen o han tenido perros de esta raza y, no conozco ningún caso. Tampoco conocí ningún caso en todo el tiempo que trabajé con veterinarios.
Tras la conversación que mantuvimos, el diagnostico lo hizo en función de los síntomas que le comenté. El tratamiento que me dio fue de Corticoides (entre 6 y 15€) para ver cómo respondía en unos días, antes de hacer algo más. Pero nuevamente se equivocó con la dosis y me recetó 20mg por día de Corticoides, cuando para un perro de 8kg la dosis máxima no debe superar 1mg por kilogramo de peso (8mg al día). Todos conocemos los devastadores efectos secundarios de los Corticoides. Así que continuamos mal como siempre, con los veterinarios.
Tras solicitar a la clínica un segundo y rocambolesco diagnostico, esta vez con una Radiografía (90€), el veterinario se plantó nuevamente en que se trataba de una Hernia Discal. Tras lo que me exhortaron hacer inmediatamente una carísima Resonancia Magnética y realizar una Cirugía urgente; debido a que, según ellos, cuantos más días pasara la perra en estado de parálisis, más difícil sería que volviese a caminar. Todo al módico precio de 1800€. También me ofrecieron, de paso, que si no tenía posibilidades económicas de pagar la operacion, le comprara esta fabulosa silla de ruedas para perros paralíticos.
Imagen: Globovisión
Pero todo esto no fue nuevo, ya que esta misma perra fue diagnosticada anteriormente (por otro veterinario) como que tenia “ácaros en los oídos” (y eso que nunca la vi sacudirse ni rascarse, pues sus oídos estaban siempre escrupulosamente limpios) y además Gastritis, debido a que tenía unas lesiones en las puntas de las orejas y unos fuertes dolores musculares, que le provocaban tener la tripa dura y en tensión.
Pero los veterinarios estaban gravemente equivocados, pues eran todo síntomas muy claros de Leishmaniasis, y además le quisieron inyectar IVOMEC (53€ cada frasquito de 50ml), el cual es un veneno que se inyecta al ganado para los parásitos. Amén de mandarme unas pastillas específicas para la gastritis canina (unos 144€), más antibióticos (unos 15€).
Hasta aquí la perra estaría muerta y yo desplumada, y ellos me hubieran asegurado que fue debido a la Lehishmania o algo por el estilo. Muerta debido a los equivocados diagnósticos veterinarios, los Corticoides, el Glucantime, el Alopurinol, el Ivomec, la cirugía de espalda para una hernia inexistente y, por supuesto, a las 3 o 4 vacunas que nos recomiendan administrarles una vez al año. Todo ello letal, según la opinión de no pocos profesionales (a quienes yo también me sumo).
Aprovecho para recalcar que, los animales, quienes más probabilidades tienen de recuperarse o no contraer enfermedades debido a su sistema inmunológico fuerte, se debilitan por causa de las vacunas y tienen mas probabilidades de contraer cualquier enfermedad. Y puedo dar testimonio fehaciente de ello, pues lo viví en mi casa con un virus y 30 gatos, donde ninguno de ellos fue vacunado y ninguno de ellos se infecto del virus.
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Pero Any no fue la única infectada pues, a su hermano de camada llamado Ran, le había sucedido exactamente lo mismo, unos meses antes.
Pero en ese caso, su indignante historia llegó aún mas lejos, pues tras llevarlo a urgencias una tarde con fuertes dolores en las patas traseras y dejarle ingresado por recomendación de los veterinarios, le realizaron una resonancia magnética y, posteriormente, una urgente cirugía sustentada en el socorrido y lucrativo diagnostico de Hernia Discal, que tanto nos suena ya.
Lamentablemente su propietaria, aterrorizada y urgida por los veterinarios, no tuvo tiempo para reflexionar y autorizo toda esta barbarie al módico precio de 2000€.
Tengo que comentar que ambos perros hermanos han nacido en mi casa, que a la edad de 6 años jamás han tenido ningún problema de salud, ni sus hermanos, ni sus padres. No han recibido ninguna medicación, ni vacunas (pues están convenientemente en tratamiento preventivo permanente con MMS)
Continué preguntando, investigando y reuniendo un montón de información, hasta descubrir que la parálisis puede ser debido a varios motivos: Hernia de Disco (la mas lucrativa debido a que da lugar a radiografías, resonancias, cirugía y medicamentos), Lehishmaniasis (con tratamiento comercial farmacológico de por vida) o la Enfermedad de Lyme por picadura de garrapata. Tras lo cual me informé de posibles tratamientos por la vía alternativa, para dichas dolencias.
Hasta que, por Facebook, otro sufrido propietario me envía el siguiente comentario:
Lo que tiene tu perra es una infección por picadura de garrapata. Yo trate al mío con antibióticos y se curó. El veterinario quería operarla de la columna. Me costaba 900€, le dije que no podía pagar esa cantidad y entonces el ayudante en pruebas que tenía, le dijo que si no recordaba un caso que tuvieron igual y que se curó con el antibiótico. Fue entonces cuando (resignado) me lo recetó y antes de que pasara una semana ya estaba la perra normal. Yo creo que el veterinario sabía lo que tenía la perra, pero quería sacarme el dinero con la operación.
Según el veterinario que me dio el segundo diagnostico de la perra, la enfermedad de Lyme no existe en España y se negó hacerle una analítica para comprobarlo. Pero dijera lo que dijera, yo había investigado y sabía que existen miles de casos de la enfermedad de Lyme en España «mal diagnosticados», que son tratados con corticoides, lo cual es una medicación que agrava dicha enfermedad.
Por suerte la propietaria de Ran, el hermano de camada de mi perra y que fue operado de hernia discal, es doctora en pediatría y me confirmó que la enfermedad de Lyme se da también en niños de nuestro país. Ella siguió la trayectoria de recuperación de mi perra Any muy sorprendida y yo nunca estuve de acuerdo con la praxis de los veterinarios que trataron a su perro, pues sospeche desde el principio que la habían engañado.
En cuanto al MMS, tenía muchísima información, ya que he tratado muchos animales míos y de amigos en estos últimos años, con resultados sorprendentes. Sobre todo en casos de Leishmaniasis.
Así pues, le dejé de dar los corticoides a la perra y le administré MMS, aceite de coco, Omega 3 e inyecciones de agua de mar.
Cinco días tras abandonar el tratamiento veterinario y comenzar con el MMS, la perra comenzó a poder mover el rabo, para unos días después levantarse y, a día de hoy (poco más de un mes) manejarse completamente sola, corriendo y volviendo a ser totalmente independiente. Ya no es paralítica ni necesita una «silla de ruedas para perros».
Aprovecho para también dejar constancia que otro de mis perros, Ecco, el cual también contrajo la Leishmaniasis; tras aplicarle el tratamiento con MMS y en apenas 3 días, se recuperó de los dolores musculares previos a la parálisis que no le dejaban ni moverse; recuperando el apetito y, en apenas 15 días, desapareciendo prácticamente todos los síntomas de la enfermedad. Un año después está en perfecto estado de salud.
Y para demostrarlo tengo diagnósticos veterinarios, conversaciones mantenidas con ellos por email y whasstApp, radiografías, recetas, fotos y vídeos.
Un zoo en mi equipaje – María Aguirre. Todos los derechos reservados
Mi más sincero agradecimiento a Enric Cerqueda por su generosidad y su paciencia, del cual no me olvido. Gracias a él pude administrar MMS y aceite de coco a mis animales y a muchos otros. Y a Daxalma Luna, por toda la información trasmitida en muy poco tiempo sobre el agua de mar, además de por apoyarme y escucharme.
Y gracias a todos los profesionales y personas de bien, que han tenido la valentía de denunciar y aportarnos tanta y tan valiosa información.
María Aguirre es licenciada en historia del arte y técnico en auxiliar de veterinaria, así como también una tenaz investigadora y activista.
https://www.facebook.com/unzooenmiequipaje/
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